El nuevo cronista [Xukah]

    Xukah miraba a Dakaba ponerse a cuatro patas, mientras ésta entonaba algunos cánticos a los loa para que el parto fuese bien. Él la miraba sentado, en silencio, vigilante. Era una hembra fuerte y sabía que podía apañárselas sola, sin que tuviese que intervenir. Era de noche y su hembra había elegido parir a las afueras de la zul, en una improvisada tienda y debajo de un cielo despejado y estrellado. Tuercespina estaba hermosa esa noche y Dakaba podía llegar a ser muy sentimental.
    – Que Lukou me de fuerzas, tanto a mí como al cachorro – rezó, mientras empujaba y mascullaba, con una expresión de tensión máxima, como cuando se abalanzaba sobre sus enemigos. Su cuerpo desnudo se perlaba por el sudor y Xukah podía ver perfectamente como la cabeza empezaba a asomarse. Fue ahí cuando el bebesangre puso una de sus manos cerca, para evitar que cayese directo al suelo. Se trataba de su séptimo hijo, sabía lo que se hacía.
    Terminó de ayudar a sacarlo y lo tomó con cuidado, cubriéndolo con trapos y acercándoselo a la madre. Mientras ella lo acunaba en su pecho, Xukah cortó el cordón umbilical con una de sus dagas e hizo un nudo en cada extremo cortado para evitar la hemorragia.
    – ¿Qué nombre quieres ponerle? – le preguntó el macho, acariciando la cabeza del cachorro. Otro         – Eh'ka – contestó Dakaba sin dudar ni un solo segundo.

 Volvieron a la zul, donde les esperabas su otra hembra, Fembri, el resto de sus hijos y su madre, Ma'ra.
    – Un varón – anunció mientras besaba la frente de Dakaba, para luego repetir el gesto con Fembri. – Eh'ka de los Gurubashi –.
     – ¿Otro? – masculló Ma'ra, socarrona. – De los siete torbellinos que tengo por nietos, solo me has dado dos hembras. Y ninguna ha salido a mí... –.
    – Bueno, pero será un macho fuerte, estoy seguro. Hará que nos sintamos todos orgullosos –.
    Fembri llevó al cachorro en brazos mientras la familia avanzaba por Zul'Gurub hasta acercarse a la choza del bebesangre. Mientras Dakaba se recuperaba del parto, él se sentó cerca del brasero. Su primogénito, Zo'ji, que siguió sus pasos, se sentó a su lado. Un adulto hecho y derecho de dieciocho años.
     – ¿Es verdad que vas a ser el próximo cronista? – le preguntó. Sus otros hermanos (Roken, Anakta, Xi'enja, Grub'dek y Wayabu) esperaban ansiosos la respuesta de su padre.
    – Lo seré, sí – respondió mirando las llamas con aire pensativo.
    – No te pega mucho –. Anakta le miraba con una sonrisa burlesca. 
    – Se puede ser fiero en combate pero sabio a su vez, cachorra –.
    – Y vas a estar estos días ocupados mientras escribes la historia de nuestra tribu, ¿verdad? –.
    – Es lo suyo. Pero tranquilos, no vais a perder a vuestro chaako entre las tablillas y por pergaminos –.

    El resto de la noche la pasaron hablando animados y celebrando por todo lo alto la llegada de Eh'ka a sus vidas. Una vez terminada la fiesta, Xukah se aseguró de que Dakaba y el cachorro estuviesen bien y que no les faltase nada. Marchó fuera de la choza y encendió su pipa, disfrutando del silencio y el vacío que imperaba en las calles de la zul. No tardó mucho en tener a Fembri a su lado, quien le sonreía mientras hacía gestos para que le dejase dar algunas caladas.
    – ¿Por qué quieres ser cronista? – le preguntó, directa al grano, después de expulsar el humo.
    – ¿Tan raro os parece que quiera documentarme y escribir los eventos de nuestra raza? –. La hembra se quedó mirándole unos segundos, para después soltar un largo suspiro.
    – Te conozco desde que teníamos uso de razón. Hemos conectado, luchado juntos...Y te he dado tres hijos. Sé como eres y nunca has sido de perderte entre escrituras. Buscas algo en concreto –.
    – ¿Y qué crees que es? – cuestionó, mirándola con una mezcla de sorna y desafío. 
    – Conocer bien a tu enemigo –.
    – Conocer bien a mi enemigo. A nuestros enemigos –. Mostró sus dientes. – Hembra lista. Los Atal'ai, el infame Hakkar, las constantes guerras que hemos librado por culpa de nuestra ambición... –.
    – ¿De verdad crees que los devotos de Hakkar resurgirán? –. Fembri apoyó la mano en su hombro.
    – Puede darse perfectamente. No ha sido la primera vez y seguramente no sea la última –tomó la mano de su hembra y la apretó con fuerza. – Mi padre bien lo sabe desde el reino de Bwonsamdi –.
    – Riva'dim... –.
    – Solo quiero evitar que se repita la misma historia –.
    – Y seguro que lo conseguirás. Eres capaz de eso y mucho más –. Se miraron antes de besarse, sin importar el humo. – Toda tu familia confía en ti –.

    Xukah sonrió, mientras contemplaba un rato más las estrellas junto a Fembri, rodeando sus hombros con el brazo, soltando tranquilamente el humo.

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